Dice un proverbio
hindú que “un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que
espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”.
A
partir del mes de septiembre este blog estrena una nueva sección que muy bien podría
tItularse La biblioteca escondida.
La idea
surgió al escuchar los comentarios de algunos de nuestros usuarios cuando entraban
a la biblioteca: “¡Aquí huele a papel! ¡Cómo me gusta el olor a papel!”. Porque
la Biblioteca del Servet, a pesar de que conserva ya pocos libros y de que las
revistas suscritas son ahora electrónicas, sigue siendo una biblioteca “con
olor a papel” que todavía alberga pequeños tesoros ocultos, escondidos, que poco a poco iremos dando
a conocer.
Hubo un
tiempo en que Poe, Borges, Yourcenar, Balzac, Tolstoi, Woolf, Stevenson, Pérez
Galdós, Clarín, Flaubert, Martín Santos, Joyce o Cortázar se codeaban en los
anaqueles polvorientos con las últimas novedades en Medicina científica.
Durante
las recientes obras de reforma del hospital, perdimos espacio para dárselo al vestíbulo
de acceso a consultas externas y perdimos aquellos libros que carecían de
sentido en una moderna biblioteca biomédica, pero aún contamos con una preciosa
colección de revistas titulada Medicina e Historia, repleta de
curiosidades; con libros raros que nos hablan, por ejemplo, del concepto de
enfermedad y vejez en los tiempos de Cervantes; con una exquisita trilogía
biográfica que recoge las memorias y la obra literaria de Santiago Ramón y Cajal, Charlas
de café y Cuentos de vacaciones; junto a otros, escritos y donados por
médicos de esta casa, como el ejemplar sobre Giambattista Morgagni (1682-1771), padre de la Patología moderna,
que lleva por subtítulo Una mirada a los orígenes del pensamiento
anatomoclínico, obra de José
Antonio Giménez Mas (quien fuera jefe del servicio de Anatomía Patológica),
Ángel Escobar y Elena del Valle; o como la colección de la revista Sangre,
editada aquí, en Zaragoza, y encuadernada en viejos tomos de piel, que la Dra. Giraldo tuvo la amabilidad de ceder a
esta biblioteca. O con la interesante colección Revista de Humanidades, así como con los Cuadernos monográficos de la Fundación del
Dr. Esteve, entre otros.
Y no solo
eso. Todavía custodiamos algo mejor: retazos de la historia de esta casa, de la
“Casa Grande” —convertida hoy en Hospital Universitario Miguel Servet— en forma
de actas manuscritas con entrañable y redonda caligrafía de tinta, dietarios
conservados en viejos cuadernos rayados con tapas de tela, donde aparecen presupuestos,
menús, nombramientos y un sinfín de disposiciones organizativas que hoy, en plena
era informática, nos pueden parecer ingenuas, pero que captan a la perfección
el sentido de una biblioteca dentro de un hospital como garante de su historia,
de su memoria colectiva, de la investigación y del saber.
Con la colaboración de Teresa Sopeña, escritora (sección préstamo, Biblioteca HUMS)
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